La esposa sorda
Un hombre llamado Juan consulta a su amigo el Dr. José Miguel Lorenzo, ya que se enconrtaba preocupado por su esposa.
- Cuál es el problema de su esposa?- Dijo el médico.
- Sordera. No escucha casi nada.-Contestó el hombre.
- Entonces, señor va a hacer lo siguiente: antes de traerla, haga un test para facilitar el diagnóstico. A una cierta distancia, hable en tono normal, hasta que sepa la distancia en que ella puede escucharlo.
Y cuando venga, así me dice a la distancia que ella los escuchó - Dijo el médico
- Sí, claro.- Respondió el hombre.
Por la noche, cuando la esposa preparaba la cena, el esposo decidió hacer el test.
Midió la distancia que estaba en relación a la mujer. Y pensó: " estoy a 15 metros de distancia. Va a ser ahora ".
- María, qué hay para cenar? - No oyó nada. Entonces se acercó a 10 metros.
- María, qué hay para cenar? - No escuchaba nada todavía. Entonces, se acercó más de 5 metros.
- María, qué hay para cenar? - Habia un silencio todavía.
Por último, se apoya a la espalda de la mujer y vuelve a preguntar:
- María! Lo que tenemos para cenar?
- Pollo, mi vida... Es la cuarta vez que te contesto! - Respondió la esposa.
Muchas veces pensamos que el problema ocurre con los demás, cuando en realidad el problema es nuestro, sólo nuestro.
- Cuál es el problema de su esposa?- Dijo el médico.
- Sordera. No escucha casi nada.-Contestó el hombre.
- Entonces, señor va a hacer lo siguiente: antes de traerla, haga un test para facilitar el diagnóstico. A una cierta distancia, hable en tono normal, hasta que sepa la distancia en que ella puede escucharlo.
Y cuando venga, así me dice a la distancia que ella los escuchó - Dijo el médico
- Sí, claro.- Respondió el hombre.
Midió la distancia que estaba en relación a la mujer. Y pensó: " estoy a 15 metros de distancia. Va a ser ahora ".
- María, qué hay para cenar? - No oyó nada. Entonces se acercó a 10 metros.
- María, qué hay para cenar? - No escuchaba nada todavía. Entonces, se acercó más de 5 metros.
- María, qué hay para cenar? - Habia un silencio todavía.
Por último, se apoya a la espalda de la mujer y vuelve a preguntar:
- María! Lo que tenemos para cenar?
- Pollo, mi vida... Es la cuarta vez que te contesto! - Respondió la esposa.
Muchas veces pensamos que el problema ocurre con los demás, cuando en realidad el problema es nuestro, sólo nuestro.