Culebrilla: El “Cinturón de Fuego” que Duerme en tu Columna



La culebrilla, o Herpes Zóster, es una reactivación del virus Varicela-Zóster, el mismo que causa la varicela. Quienes han tenido varicela en la infancia conservan el virus en estado latente dentro de su organismo, por lo que no se trata de una infección nueva, sino del despertar de un virus previamente adquirido.


El Virus en Estado Latente

Cuando una persona se recupera de la varicela, el virus no desaparece. En lugar de ello, se oculta en los ganglios nerviosos ubicados cerca de la médula espinal. Allí puede permanecer inactivo durante varias décadas, controlado por el sistema inmunológico.


Factores que Despiertan al Virus

La reactivación del virus suele ocurrir cuando las defensas del organismo disminuyen. Factores como estrés intenso, envejecimiento, enfermedades, tratamientos inmunosupresores o situaciones que debilitan el sistema inmune pueden permitir que el virus se active nuevamente.


Cómo se Desarrolla la Enfermedad

Una vez despierta, la infección recorre la fibra nerviosa desde la columna hasta la piel. Antes de que aparezcan lesiones visibles, el paciente puede experimentar dolor, ardor, hormigueo, hipersensibilidad o sensación de quemadura en una zona específica del cuerpo. Estos síntomas corresponden a la inflamación del nervio afectado.

Posteriormente surgen ampollas agrupadas, siguiendo una franja de piel correspondiente a un dermatoma, es decir, la zona inervada por un solo nervio. Por esta razón, las lesiones suelen presentarse en forma de medio cinturón, generalmente en el tórax, el abdomen o la espalda, y rara vez cruzan la línea media del cuerpo.


Contagiosidad

El Herpes Zóster no se transmite como tal. Sin embargo, una persona con culebrilla puede contagiar varicela a individuos que nunca la hayan padecido o no estén vacunados, si estos tienen contacto directo con el líquido de las ampollas.


Importancia del Diagnóstico y Tratamiento Temprano

El Herpes Zóster debe recibir tratamiento antiviral dentro de las primeras 72 horas desde la aparición de las lesiones. Esto disminuye la duración de los síntomas y reduce significativamente el riesgo de desarrollar Neuralgia Postherpética, una complicación caracterizada por dolor persistente en el nervio afectado incluso después de que la piel haya sanado.


Recomendación Médica

Ante la presencia de dolor localizado acompañado de ampollas en forma lineal o en franja, se recomienda buscar atención médica inmediata. Un diagnóstico temprano es esencial para evitar complicaciones y acelerar la recuperación.

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