Una niña de 4 años redescubre una especie olvidada de abejas sin aguijón en California


En tiempos donde la biodiversidad enfrenta desafíos sin precedentes, el descubrimiento de una niña de tan solo cuatro años ha devuelto la esperanza y el asombro al mundo científico. Annika Arnout, una pequeña residente de Palo Alto, California, ha redescubierto dos colonias de una rara especie de abeja sin aguijón, Plebeia emerina, originaria de Brasil y que se creía ausente del paisaje estadounidense desde mediados del siglo XX.


Un hallazgo fortuito con impacto global

Annika, en una de sus habituales salidas por su vecindario, acompañada de su cuidador y su mascota caracol, notó la presencia de unas abejas “diferentes” en un tronco cercano. Atraída por su aspecto inusual, compartió el hallazgo con su familia, lo que desencadenó una cadena de eventos que culminó en la verificación científica del descubrimiento.

Lo más sorprendente: la pequeña se negó a revelar la ubicación exacta, afirmando que quería “mantener a salvo a las abejas en su lugar secreto”. Un gesto que los científicos han calificado como extraordinariamente sensato.

Abejas sin aguijón: una historia migratoria olvidada

Las Plebeia emerina pertenecen al grupo de las meliponinas, conocidas por su ausencia de aguijón y su gran eficacia como polinizadoras. En la década de 1950, el gobierno de Estados Unidos, junto al entomólogo brasileño Paulo Nogueira-Neto, importó aproximadamente 30 colonias de estas abejas con la esperanza de mejorar la polinización de frutas y hortalizas en climas tropicales y subtropicales.

Aunque la mayoría no sobrevivió al traslado, una pequeña colonia logró subsistir en Palo Alto bajo el cuidado del profesor George Schafer. Esta desapareció después de algunos años, y se asumió que las abejas no habían logrado establecerse. Así, durante décadas, su rastro se desvaneció de los registros científicos.

Confirmación científica y valor ecológico

El redescubrimiento de Annika se suma a dos hallazgos previos: uno en 2013, cuando un exterminador reportó abejas inusuales en un árbol, y otro en 2018 en el Elizabeth Gamble Garden. En todos los casos, los especímenes fueron enviados al Departamento de Agricultura de California, donde el entomólogo Dr. Martin Hauser los identificó como Plebeia emerina.

A diferencia de especies invasoras que amenazan la fauna local, estas abejas se consideran no invasivas y beneficiosas para el ecosistema urbano. Son silenciosas, trabajadoras y juegan un rol importante en la polinización de plantas nativas sin competir agresivamente con las abejas apis o silvestres.

Ciencia ciudadana en acción

El caso de Annika ha sido ampliamente destacado por su contribución inesperada a la ciencia. El Dr. Hauser, quien supervisó la verificación del hallazgo, comentó:

“Es un ejemplo brillante de cómo incluso los más jóvenes pueden tener un impacto significativo en la conservación”.

De hecho, la comunidad científica ha propuesto informalmente que la especie se denomine “las abejas de Annika”, en honor a la niña que las redescubrió cuando nadie más lo hizo.

Un futuro prometedor

Mientras continúa el estudio de estas colonias únicas, se están desarrollando planes de conservación que permitan su protección sin alterar su entorno natural. El caso también ha generado nuevas conversaciones sobre la importancia de la ciencia ciudadana, la educación ambiental y la necesidad de fomentar la curiosidad natural desde una edad temprana.

Annika recibió como obsequio un libro de insectos con la dedicatoria: “Para Annika, para muchos descubrimientos por venir”. Un tributo merecido para una niña que, con ojos curiosos y corazón protector, recordó al mundo que aún quedan maravillas por redescubrir.

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