Washington, D.C., junio 2025 – La fractura entre dos de las figuras más influyentes de la política y la tecnología estadounidenses ha llegado a un punto sin retorno. Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX, y otrora asesor informal de la administración Trump, ha solicitado públicamente la destitución del presidente Donald Trump, acusándolo de corrupción, autoritarismo y traición al interés público.
De confidentes a rivales
Durante años, Musk y Trump mantuvieron una relación simbiótica: el primero utilizaba su cercanía con la Casa Blanca para asegurar incentivos fiscales y contratos gubernamentales; el segundo lo exhibía como prueba de su apoyo entre las élites innovadoras. Sin embargo, el anuncio de la nueva ley fiscal aprobada en mayo, que otorga exenciones masivas a corporaciones aliadas del trumpismo mientras impone cargas adicionales a empresas de energías limpias, desató la ira de Musk.
“Es una abominación repugnante que va en contra de todo lo que representa la innovación americana”, tuiteó Musk el martes 3 de junio. En declaraciones posteriores al New York Times, afirmó que “Trump ha convertido la Casa Blanca en un instrumento de venganza personal y lucro privado”.
Escalada pública y amenazas cruzadas
Trump respondió con su característico estilo combativo en Truth Social: “Musk es un traidor ingrato. Le dimos todo, y ahora nos muerde la mano. ¡Investigaremos sus contratos federales!”. En pocas horas, varios senadores republicanos iniciaron gestiones para revisar los acuerdos del Pentágono con SpaceX, mientras aliados de Trump, como Steve Bannon, pidieron incluso la revocación de la ciudadanía estadounidense de Musk, quien nació en Sudáfrica.
A esto se sumó la filtración de correos internos del Departamento del Tesoro que apuntan a posibles irregularidades en la redacción de la ley fiscal, en la que varios exasesores de Trump —hoy consultores de firmas energéticas tradicionales— habrían intervenido.
Pedido formal de juicio político
El jueves 5 de junio, Elon Musk respaldó públicamente una moción de juicio político contra Trump, presentada por un grupo bipartidista en la Cámara de Representantes. En un comunicado inédito, Musk declaró:
“El presidente Trump ha cruzado todas las líneas éticas y legales. Su gestión representa una amenaza para la democracia, para la economía, y para el futuro de Estados Unidos como nación líder en innovación”.
Consecuencias económicas y sociales
El conflicto ha tenido consecuencias inmediatas en los mercados. Las acciones de Tesla cayeron un 7% tras la amenaza de Trump de revisar los contratos, mientras que SpaceX postergó el lanzamiento de un satélite militar previsto para el 10 de junio.
Además, se ha intensificado la polarización en redes sociales: mientras una parte del electorado conservador celebra la caída de Musk como símbolo del "fin de la élite tecnológica woke", sectores independientes y progresistas ven en su ruptura con Trump un giro estratégico hacia una nueva alternativa política. Incluso se rumorea que Musk estaría explorando la creación de un movimiento centrista nacional, algo que aún no ha confirmado.
¿Y ahora qué?
La tensión entre ambos líderes promete escalar aún más en las próximas semanas, especialmente con el inicio del verano electoral de cara a las elecciones intermedias. Si bien la destitución de Trump aún parece improbable, el conflicto ha abierto una nueva grieta en el movimiento conservador y ha posicionado a Musk como una figura política de peso propio.
Este enfrentamiento no solo redefine el vínculo entre política y tecnología en Estados Unidos, sino que también plantea una pregunta mayor: ¿hasta qué punto el poder económico puede —o debe— confrontar al poder político?
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