El sismo, uno de los más intensos registrados en las últimas décadas y el octavo más fuerte en la era moderna, tuvo lugar a menos de 20 kilómetros de profundidad, lo que incrementó su poder destructivo en la superficie. Según las autoridades rusas, las olas generadas alcanzaron hasta 4 metros en zonas costeras próximas, provocando daños considerables y obligando a la evacuación inmediata de miles de personas.
Equipos de emergencia fueron desplegados en varias localidades del Lejano Oriente ruso para atender a los afectados, evaluar daños en infraestructuras y prevenir réplicas que pudieran agravar la situación. Por el momento, no se han confirmado víctimas mortales, pero las autoridades advirtieron que el número podría cambiar a medida que avanzan las labores de búsqueda y rescate.
En el resto del Pacífico, países como Japón, Filipinas, Estados Unidos y Chile activaron protocolos de emergencia ante la posibilidad de que las olas del tsunami lleguen a sus costas. Las autoridades instaron a la población costera a mantenerse alejada del mar y seguir las indicaciones oficiales.
El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico (PTWC, por sus siglas en inglés) informó que continúa monitoreando el comportamiento del océano y actualizando las alertas a medida que se dispone de nueva información.
Este evento ha reavivado el debate sobre la preparación ante desastres naturales en la región del Anillo de Fuego, una zona sísmica activa que concentra una gran cantidad de terremotos y actividad volcánica a nivel mundial.
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